Por las puertas de oro . Collins
Estando una vez sola y escribiendo, un visitante misterioso penetró en
mi habitación sin anunciarse, y se colocó a mi lado. Me olvidé de preguntarle
quién era, o por qué con tal libertad entraba, pues empezó a hablarme de las
Puertas de Oro. La sabiduría brotaba de sus labios y el fuego de su discurso
en mí produjo la fe. He recogido sus palabras; pero ¡Ay! No puedo esperar
que el fuego que en ellas ardía brille de igual modo en mi escrito.